DIOS TE LLAMA A ALGO GRANDE
#Robinsonvasquez
Estamos creyendo a Dios por un
tiempo en que se va a levantar un grupo de gente que tiene lo que hemos llamado
como el factor multiplicador, que todo lo que Dios ponga en sus manos, lo van a
multiplicar. La fe judeo-cristiana comenzó con la fe de un hombre que
creyó que Dios lo podía hacer mil veces más de lo que él era.
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu
parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y
haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te
maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” Génesis 12:1-3
Esta fue la invitación de Dios a
Abraham: Sal de este lugar, que te voy a hacer más de lo que tú eres hoy.
Y ese es el llamado de Dios para todos. Dios llama a personas, siempre
mostrándoles el futuro grande que tiene para ellos. Y es muy triste que a
través de los tiempos, por causa de errores que se han cometido, hay gente que
ha perdido esto de vista; el llamado de Dios a través de toda la Biblia ha sido
para que la gente vea cosas más grandes de lo que jamás habían
visto.
En el Nuevo Testamento, lo vemos
también. Cuando Jesús llama a Pedro, lo primero que hace es multiplicarle
los peces. Pedro no había pescado nada en toda la noche, y el Señor le da
aquella pesca milagrosa, aquel milagro sobrenatural. Pero no bastó con
eso; Jesús le dijo: Sígueme, y te haré pescador de hombres; te haré algo más
grande de lo que tú jamás habías pensado. Más adelante, cuando Pedro
cuestiona qué va a pasar con él por causa del joven rico al que Jesucristo le
dijo: Cuán difícil es que un rico entre en el reino de los cielos; Jesús le
dijo: No hay nadie que haya dejado casa, padre, madre, hijos, que no reciba
cien veces más aquí y ahora, y en el más allá la vida eterna. En un
momento dado, Cristo tuvo que decirle a Pedro: Tienes que dejar la capa y la
espada, no te puedes llevar nada. Pero más adelante, dice la Biblia que
Dios lo prosperó y lo bendijo. Así que hay momentos de sacrificio, de
esfuerzo, pero la promesa fue: Voy a darte cien veces más aquí y ahora, y en el
más allá la vida eterna.
La promesa de Dios para Abraham
fue una descendencia terrenal y una espiritual. Sin embargo, hay quienes
todavía batallan con el hecho de que Dios quiere darte promesas espirituales y
también terrenales. Hay quien quiere que la invitación que le hagamos a
la gente sea: Ven y sírvele a Dios y sufre. Pero en la Biblia vemos que
no fue así. Dios llama a Abraham y le dice: Te voy a bendecir, te voy a
prosperar, te voy a hacer alguien grande; voy a bendecirte de forma
sobrenatural, de forma poderosa. Abraham no hubiera salido de casa de su
padre y de su parentela, si Dios no le promete algo más grande de lo que él
tiene allí. Más adelante, cuando Abraham está frustrado, Dios le da la
visión de los cielos, de las estrellas. Sabemos que eso representaba la
bendición de la generación espiritual; que lo que Dios quería hacer era más
grande que simplemente darle hijos a Abraham; le daría una nación natural y una
espiritual, e irían en conjunto. Se nos ha condenado toda la vida por
creerle a Dios que Él quiere prosperarnos y que haya progreso, pero nadie
recibe una invitación para estar peor que antes.
Hoy te extendemos esta invitación
a salir de casa de tu padre y de tu parentela para creerle a Dios que Él puede
hacer contigo algo más grande. Es una invitación a unirte a los que
creemos Deuteronomio 1:6; se acabó estar aquí en este monte, dando vueltas en
este desierto; vamos hacia delante, vamos a progresar, a crecer, alcanzando
toda la bendición sobrenatural que Dios tiene para nuestra vida. Este es
el momento de creer, de confiar en su palabra y de entender que Él tiene
grandes cosas para ti. No te sientas mal en aspirar, en querer alcanzar,
en lograr. No tienes que tener lo uno y dejar lo otro; no dejas de ser
espiritual porque terrenalmente Dios te prospere ni puedes pensar que porque
prosperes terrenalmente tienes lo espiritual. Tienes que tener el balance
de las dos cosas.
El llamado que Dios te hace hoy
es a que te unas en creerle y salgas de la frustración, del pasado, y digas: Me
voy a mover a todo lo que Dios tiene para mi vida. Este es el nuevo
tiempo que Dios tiene para ti.
La promesa de mil veces más no se
trata de una fórmula matemática; eso es lo que muchos confunden. Hay
diferentes experiencias que ocurren en la vida de aquellos que creen que Dios
les puede hacer mil veces más, y una de ellas es la bendición
generacional.
Jacob entró a Egipto con setenta
y dos personas, y salió de allí con millones, pero tomó años. A Abraham,
Dios le promete darle una nación. Abraham sale por fe, y su camino no fue
fácil; hubo momentos de sequía, de hambre, de pobreza, tomó malas decisiones,
se juntó con la gente incorrecta. Así que no era una vida totalmente
placentera, pero vemos cómo Dios va ayudándole a librarse y levantarse por
encima de todos los problemas. Dios le promete una nación, y llega un
momento donde Abraham comienza a cuestionar cómo es que Dios le prometía una
nación pero no le había dado un hijo. Y quizás tú hoy estás también
cuestionando cómo es que Dios te puede hacer mil veces más, considerando la situación
que estás viviendo. Pero Dios comienza a tratar una vez más con la vida
de Abraham, y a mostrarle cuál era su plan. Dios le promete una nación, y
lo que le da es un hijo de la promesa. Abraham tuvo otros hijos, pero era
Isaac el hijo de la promesa, y en ese hijo estaba cumplida toda la promesa de
Dios. El error de muchos ha sido no entender que mil veces más es un
proceso de progreso, de crecimiento, de desarrollo; de una manifestación
progresiva en tu vida, donde tu familia hoy comienza a moverse hacia delante, y
tus hijos y tus nietos llegan a ser mejor de lo que tú fuiste. Y esa
promesa de grandeza es la que te hace vivir creyendo que Dios te va a dar la
victoria que te ha prometido. Esa promesa es la que hace que tú te
corrijas, te arrepientas, te ordenes, te arregles, que no te des por
vencido. Esa promesa de Dios es la que hace que cuando cometes errores
vuelvas a encaminarte porque entiendes que tienes que cumplir con Dios y serle
fiel, porque Él va a ser fiel a su promesa en tu vida.
La promesa de mil veces más se
convierte en una actitud personal donde no permites que nada te detenga; ni tus
fracasos personales ni tus problemas ni dificultades; una actitud donde nada de
lo que te ocurra te hace cuestionar el propósito de Dios para tu vida, sino que
todavía crees que Él está presente y que Él quiere para ti las mejores
cosas.
Cuando Dios te llama, siempre es
para algo más grande. A Natanael le dijo: No has visto nada. A
Jacob le dijo: Te voy a prosperar, te voy a bendecir, voy a hacer de ti algo
grande. A José le dio un sueño, a Pablo lo llamó para que alcanzara
grandes cosas. Dios nunca te llama para algo pequeño, para
retroceder. Dios te llama para progreses, para que crezcas, para que seas
más grande de lo que eres hoy.


